... cae no haciendo salto o catarata, sino precipitándose
y haciendo cascada y haciendo un pozo de inmensa profundidad,
y peligroso y levantando como un monte de espuma
pues el Ézaro lleva mucha agua.
Padre Sarmiento
Allí, al pie del fin del mundo conocido, descansarían los dioses y hacia este lugar irían las almas de los guerreros muertos en la batalla. El propio monte, en realidad una sucesión de agrestes cimas, desde siempre ha ejercido una atracción especial en el folclore local, alimentando leyendas y ubicando en él lugares mágicos relacionados con sacrificios, fertilidad y muerte, pero también con fabulosos tesoros como el de la misteriosa Reina Lupa, ligada, como veremos, con la traslación del cuerpo del apóstol Santiago al lugar de su definitivo enterramiento: Copostela. La curiosa morfología del roquedo ha adquirido en la mentalidad popular formas antropomórficas y es abundante la identificación de éstas con representaciones humanas. Así, la visión de la cima del Pindo nos presenta multitud de antiguos guerreros petrificados que han encontrado en sus alturas la última morada teniendo como eterno compañero al crepúsculo.
Monte Pindo |
En el principio de los tiempos, este territorio estaba bajo la protección de un encantamiento que frenaba los posibles deseos de conquista de los pueblos belicosos ya que aquellos que se arriesgasen a ignorarlo quedarían convertidos en piedras. Mas la osadía de los celtas tuvo su justo premio al cumplirse el encantamiento salvándose sólo uno de sus jefes, Saefes, que para evitar sufrir el mismo destino que sus tropas se casó con Forcadiña, la hija del jefe de los oestrimnios, pobladores de estas tierras, teniendo un hijo al que llamaron Noro. Descubierta la treta, el hechizo se apoderó de la pareja y de su hijo. Saefes quedó transformado en el peñasco conocido como "Home de Sagres" con la lengua rajada en siete pedazos (las conocidas como "Sete língoas"), corriendo su mujer e hijo la misma suerte al convertirse para la eternidad en los islotes de Forcadiña y Noro.
Pero no está sólo Saefes en su hechizo ya que todo su ejército lo acompaña, convertidos en peñas e islotes, esclavos del encantamiento hasta el final de los tiempos.